EL
MUNDO
10 enero
2017
Pablo Soler
Sean auténticas obras de arte o dibujos minimalistas, a la hora de
hacerse un tatuaje siempre se advierte: "Piénselo bien que es para toda la
vida". Ahora, a esta advertencia y al cuidado que siempre hay que tener
por las medidas higiénicas del lugar en el que se haga el tatuaje, se suma la
alerta por la calidad de los materiales que se van a inyectar en el organismo.
Uno de
cada 10 europeos tiene algún tatuaje; el 20% de ellos son jóvenes y la práctica
es más popular entre las mujeres. Según denuncia ahora la Comisión, tan sólo el
30% de los colorantes que se emplean en las tintas están autorizados para ser
utilizados en productos cosméticos sin ningún tipo de restricción. Asimismo,
las tintas tienen más de 100 colorantes y aditivos y muchos expertos afirman
que algunos se fabrican con otras finalidades que no son las de ser
introducidas en nuestro cuerpo. La Comisión llega a señalar que determinados
productos que se utilizan en los tatuajes se emplean también para productos
como ropa, coches o plásticos, porque dan más brillo al dibujo. También añade
el documento que la mayoría de los tintes del mercado de la Unión Europea se
importan de EEUU.
Jorge
Soto, miembro de la Academia Española de Dermatología y Venereología, asegura a
EL MUNDO que "no existen estudios exhaustivos acerca de los efectos de la
tinta en nuestro organismo tanto a corto como a largo plazo, así como sí los
hay para el control de calidad de los alimentos". Esto puede comprometer
la salud. Por ello, este dermatólogo aconseja que, "antes de hacerse un
tatuaje, se debería hacer un examen sobre las naturaleza de los tintes y
siempre escoger un estudio profesional". Soto añade que "es cuestión
de tiempo descubrir los problemas para la salud que pueden producir los
tatuajes por la naturaleza tan heterogénea de los materiales empleados y la
realidad es que de éstos, el 30% los absorbe el sistema inmunitario en cuanto
penetran bajo la piel".
A pesar
del peligro que suponen algunos de los elementos que componen las tintas, el
informe de la Comisión Europea señala a España como uno de los países de la
Unión con mayor control de calidad de estos materiales. Es más, apunta a
nuestro país como el único de los Estados Miembro que ha establecido una lista
de tintas positivas para la práctica del tatuaje.
Daniel
Casas, tatuador de Mao and Cathy, asegura que todo el instrumental y las tintas que
compran y utilizan "están homologadas por el Ministerio de Sanidad",
una práctica ordinaria entre los estudios profesionales. Casas añade que
"todas las herramientas están esterilizadas, son de un sólo uso y siempre
se abren y se desechan delante del cliente". Dice, además, que
"existen inspecciones sanitarias y, por lo general, el usuario firma un
consentimiento previo" en el que, en teoría, debe
aparecer qué tintas se van a emplear.
Otra de
las realidades en torno al mundo del tatuaje y sus tintas son los colores.
¿Blanco y negro o que sea más vistoso? Pues en el caso de querer eliminarlo,
este factor es determinante. La Academia Española de Dermatología explica que
"los tonos más fáciles de suprimir son los azules, grises y negros. Los
más difíciles, en cambio, son los amarillos y verdes. Pigmentos como el rojo o
naranja suelen provocar reacciones de rechazo y siempre es aconsejable evitar tatuar
sobre lunares, ya que si resulta ser un tumor, es difícil su diagnóstico
posterior".
Por su
parte, una tinta no homologada puede ser tóxica e incluso puede estar
contaminada y provocar infecciones. Como consecuencia, algunos países prohíben
donar sangre a personas con tatuajes por el riesgo de haberse contagiado de
alguna enfermedad.
El
estudio sobre la seguridad de los tatuajes de la Comisión Europea asegura que
entre los problemas adversos que pueden provocar los tatuajes están desde
inflamaciones cutáneas o reacciones alérgicas hasta infecciones bacterianas o
apariciones de tumores. Aunque estos últimos casos son muy poco frecuentes,
Europa no los excluye ya que, a su juicio, las tintas empleadas en los tatuajes
contienen una cantidad razonable de impurezas cuyas consecuencias para la salud
aún no están probadas.